La mentalidad japonesa es muy particular. Firmes defensores de sus ideas, son capaces de llevarlas al extremo para demostrar sus teorías, pero en el campo de los negocios internacionales más vale corregir el rumbo a tiempo que estrellarse. Toyota se encuentra en un momento crucial en su centenaria historia. El salto a la movilidad eléctrica es imparable, pero un error de cálculo en las estimaciones está sacudiendo los cimientos de un plan de miles de millones. Toyota está repensándo su estrategia eléctrica para los próximos años. Varios proyectos han sido paralizados hasta que no se tome una decisión concreta.
El cronograma de esta historia no hace más que alterarse. A finales del año pasado, Akio Toyoda, el máximo responsable de la compañía, anunciaba por todo lo alto la nueva y esperada estrategia eléctrica. Presionados por muchas fuentes, Toyota tuvo que “improvisar” un programa de electrificación que culminaría con más de 30 modelos lanzados antes de finales de la década y la conversión eléctrica total de la marca Lexus en 2035. Una estrategia en la que Toyota esperaba invertir más de 35.000 millones de dólares en menos de 10 años. Hasta aquí todo bien.
Unas semanas después, Toyoda volvió a reafirmarse en su estrategia eléctrica. Nada ni nadie los movería de ahí, pero parece que las dudas son mucho más profundas de lo esperado. El medio Reuters afirma que cuatro fuentes diferentes han comentado la creación de un grupo de estudio que reevalúe la estrategia de la compañía en lo que al auto eléctrico se refiere. Un grupo especial de trabajo que determinará el futuro a corto y medio plazo de Toyota. Mientras que se extraen las conclusiones los proyectos han quedado en el limbo, esperando una decisión.
Los problemas surgen a raíz de un fallo en las previsiones. Toyota esperaba vender unos 3,5 millones de modelos eléctricos al año al cierre de 2030. Una cifra que ha resultado ser demasiado conservadora teniendo en cuenta el panorama internacional. El nuevo cálculo estima que la mitad de la producción de la marca será 100% eléctrica a finales de la década dado que las ventas se han acelerado exponencialmente en el último año, y se espera que lo hagan aún más en los próximos periodos. Con semejante volumen a Toyota no le salen las cuentas.
El cálculo de 3,5 millones de vehículos fue vital para el empleo de la plataforma e-TNGA en la gama. Una plataforma capaz de adaptarse a híbridos, térmicos y eléctricos y que puede ensamblarse en las mismas líneas de montaje. El problema es que a Toyota le resulta muy cara esa plataforma, perdiendo rentabilidad en el camino. Si las ventas de eléctricos crecen más rápido de lo proyectado, las cifras no salen. El equipo que tiene en sus manos el futuro de la compañía tiene que determinar si la plataforma e-TNGA es apta para ese nuevo horizonte de ventas o si por el contrario Toyota necesita desarrollar una plataforma nueva, específica para eléctricos, con la que abaratar los costos.
El problema añadido por el posible cambio de rumbo de Toyota es el tiempo. Desarrollar una plataforma específica supondría unos cinco años de trabajo y el retraso de decenas de lanzamientos, aunque una mejora considerable en los ratios de rentabilidad. No hay margen de tiempo; si en 2030 quieren cumplir con sus objetivos, deben tomar una decisión inmediata. Aunque la compañía se ha negado a hacer declaraciones oficiales al respecto, las diversas fuentes afirman que el grupo especial tiene apenas unas semanas para presentar el informe crítico que determinará el rumbo de Toyota los próximos años.