No es ningún secreto que Toyota es la gran corporación que peor ha afrontado el cambio a la movilidad sostenible. El mayor productor del mundo no ha sabido redirigir sus esfuerzos y eso le ha supuesto numerosos problemas en los últimos años. Koji Sato, el nuevo CEO de la compañía, sustituto del ‘dimitido’ Akio Toyoda, tiene ante sí el duro papel de recuperar el prestigio perdido. Los próximos años serán especialmente activos para los japoneses, que acusan el ritmo lento con el que suelen afrontar el cambio los fabricantes del país asiático. Su estrategia a corto y medio plazo se basa en tres puntos que prometen estabilidad, crecimiento y rentabilidad.
Aunque no estén en la posición que querían estar, Toyota tiene el enorme potencial de crecer como la espuma. A finales de 2021, los japoneses presentaron una agresiva estrategia comercial para esta década. Con un presupuesto estimado de 35.000 millones de dólares, 30 modelos eléctricos diferentes y globales verán la luz antes de que se acabe el 2030. La nueva familia bZ (Beyond Zero) será la que soporte el peso de la electrificación, aunque hay que reconocer que los primeros lanzamientos no están dando los frutos que todo el mundo esperaba.
El bZ4X ha tenido más problemas que aciertos. El desembarco global está siendo mucho más progresivo de lo que se esperaba y, por el momento, sigue siendo un auto raro y difícil de ver en la calle. Sin embargo, la mentalidad de un japonés es la de no rendirse ante nada ni ante nadie. Koji Sato ha presentado un plan estratégico simple a la vez que completo. Tres únicos puntos que deberán solucionar los problemas actuales y convertir a Toyota en una marca de referencia de la industria eléctrica internacional. “Será un concepto diferente al que hemos tenido hasta ahora” ha reconocido el propio Sato. Obviamente debe serlo.
Actualmente, Toyota se encuentra en la primera de esas etapas. ¿Cuál? La de dar a conocer su marca bZ y comenzar con el lanzamiento de nuevos productos. La idea es ir cogiendo ritmo con el paso de los años, pero en Japón el tiempo parece transcurrir más despacio que en el resto del mundo. Sato se ha dado de margen tres años, que, sumados a los que lleva de retraso con respecto a la competencia, suponen más de cinco años de distancia con respecto a sus rivales. En más de una ocasión, los directivos de la corporación han reconocido que no tienen nada claro el cambio radical a la movilidad eléctrica, así que sus híbridos seguirán siendo el principal caballo de empuje comercial.
Alrededor del 2026 Toyota ingresará en la segunda etapa del plan. Será entonces cuando se presenten los primeros modelos eléctricos basados en una plataforma completamente nueva, no como los de ahora que se apoyan en estructuras modificadas e-TNGA. Para entonces, la capacidad de producción anual alcanzará el millón y medio de unidades en todo el mundo. Es un buen dato para un plazo tan corto, pero fabricantes como Tesla esperan estar vendiendo más de dos millones de eléctricos por año para entonces. En esta segunda fase se integrará el sistema operativo Arene que está en pleno proceso de desarrollo por parte de la subsidiaria Woven by Toyota.
Una vez se hayan superado los 1,5 millones eléctricos vendidos, la compañía ingresará en la tercera etapa de su viaje. Los japoneses esperan vender 3,5 millones de eléctricos en 2030 y, para entonces, Toyota volverá a ser lo que todo el mundo espera de ella. Sato ha descrito esta fase como una especie de pastel de tres capas: plataforma, sistema operativo y software de gestión. Se espera mejorar la eficiencia de los autos significativamente, ampliando el rango y reduciendo el consumo. “El software generará algo nuevo sin precedentes para los vehículos”, aunque nadie en la compañía ha querido dar más detalles al respecto. Veremos finalmente cómo transcurren los años y si Toyota ha dado con la senda correcta. Por ejemplo, el propio Elon Musk acaba de asegurar que el software será la base del futuro económico de su empresa.