En el pasado Salón del Automóvil de Tokio, la marca presentó la próxima generación del Mirai. Se trata de un sedán que rompe totalmente con su antecesor, al menos a nivel visual porque en sus entrañas esconde una mecánica con la misma tecnología: pila de combustible.
A pesar de que es una tecnología en desarrollo, han habido avances en los últimos años hasta el punto de que, con el nuevo Mirai, Toyota espera multiplicar por tres las ventas de la generación anterior.
Así lo ha asegurado Johan van Zyl, jefe de Toyota Europa, que ha dicho en una entrevista que el objetivo de ventas para el próximo Toyota Mirai 2020 es de unas 30.000 unidades a nivel global.
Aunque sin duda es una cifra casi simbólica en un fabricante de la envergadura de Toyota, significa multiplicar por tres las ventas del actual Mirai, del que la compañía asegura haber vendido diez mil unidades en todo el mundo.
No obstante, las ventas por regiones son muy desiguales alrededor del planeta: mientras que en California (Estados Unidos) se han vendido más de 3.000 unidades, en Europa la cifra supera por muy poco los 600 vehículos.
Entre los principales obstáculos para popularizar los autos de hidrógeno se encuentra, sin duda, una infraestructura que no está suficientemente desarrollada como para poder vender en mayores cantidades, sin olvidar el alto precio de adquisición que tienen este tipo de automóviles a diferencia de los convencionales o híbridos.
Johan van Zyl cree que el hidrógeno tiene «potencial para jugar un papel muy importante en nuestro futuro mix energético». Poniendo el foco en Europa, Toyota quiere centrarse en la pila de combustible como tecnología para transporte pesado, ya que según Van Zyl «el hidrógeno es muy adecuado para camiones y autobuses».
La marca presentó en 2018 el Toyota Sora, un autobús de hidrógeno del que fabricará 100 unidades para los Juegos Olímpicos 2020 en Tokio. Además, es el proveedor de la pila de combustible del autobús de hidrógeno del fabricante portugués Caetanobus.
